Por fin estamos en Valkemburg aan de Geul –ojo, hay varias
Valkemburg en los Países Bajos, ¿verdad Salva, verdad Mompa?-, una ciudad que
acoge por quinta vez unos Campeonatos del Mundo de ciclismo. Pero a diferencia
de las ediciones 1938, 1949, 1979 y 1998, en esta ocasión se le ha dado al
Mundial el apellido de Limburgo. Y con toda lógica ya que hasta cinco
poblaciones de esta provincia holandesa acogerán las salidas de ocho de las
pruebas, aunque todas las llegadas serán en Fauquemon sur Gueule (ojo: es la
misma ciudad, pero con el nombre francofonizado que también se ve en muchos
planos, incluso españoles).
Limburgo, la provincia sede de este evento, es la más meridional de los Países Bajos, es ese apéndice fácilmente reconocible en los mapas que se incrusta entre Bélgica y Alemania. Y es la menos llana, la única que realmente tiene algunas cuestas, sobradamente conocidas por los aficionados gracias a la Amstel Gold Race. Eso sí, su altura máxima no asusta precisamente: el monte Vaalserberg, con 321 metros, en cuya cumbre confluyen las fronteras de los tres países.
La
capital es Maastricht –desde donde realmente escribo, ya que la selección y
buena parte de los seguidores se alojan aquí-, ya que Valkemburg se encuentra a
apenas diez kilómetros. Y aunque tiene una buena oferta hotelera, dada su
importancia turística, es ‘ligeramente’ más cara y los establecimientos son
bastante pequeños: de hecho en el Mundial de 1998 estuvimos repartidos en tres
hoteles diferentes.
Y
aunque Valkemburg es más conocida por ser el final de la AGR desde 2003 –justo
tras coronar el Cauberg, no como en el Mundial que es un kilómetro después-,
hay que tener en cuenta esa experiencia mundialista a la que antes me refería.
1938 y 1948 fueron dos Campeonatos muy similares –eso sí, con la Guerra Mundial
de por medio- en los que solamente compitieron amateurs y profesionales, con
victorias de dos belgas en la máxima categoría: Marcel Kint y Briek Schotte.
En 1979 el Mundial se quedó en casa gracias a Jan Raas, el habitual dominador de la Amstel Gold Race, también llamada por ello en esos tiempos Amstel Gold Raas, con Gianni Giacomini, como mejor aficionado, y ya con la presencia de mujeres: Petra De Bruin fue quien se impuso el arco iris.
Nueve
años después, Valkemburg reunió hasta diez categorías –incluidas las cronos y con
juveniles en el programa- y tuvo un importante color español –aunque el maillot
con el que corrió nuestra selección supusiera una radical ruptura con el color
rojigualdo tradicional-, gracias a ese doblete de Abraham Olano y Melchor Mauri
en la contrarreloj élite. La prueba en línea tuvo menos protagonismo para los
nuestros, ya que se disputó con una climatología invernal –el Mundial fue bien
entrado el mes de octubre, tres semanas más tarde que ahora-, con victoria de
Oskar Camenzid.
Y hablando de Oscar, este Campeonato supuso el debut profesional
de Freire –decimoséptimo, el segundo mejor español en meta- y puede suponer también
el último. En el resto de categorías, recordar la victoria contrarreloj del
sub23 Thor Hushovd y del junior Fabian Cancellara, el triplete italiano en
línea coronado por Ivan Basso o el protagonismo de la mítica Leontien
Zijlaard-van Moorsel, oro en la crono y plata en línea.
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