Valkemburg nos ha recibido con sol y con unas temperaturas
mucho más agradables que las que encontramos en ese lejano 1998. El pronóstico
para los próximos días no es tan optimista y se prevé un empeoramiento gradual,
primero con algo menos de calor y luego con posibilidad de lluvia en alguna de
las últimas jornadas. Nada extraño, por otro parte, en este país y en esta
época del año.
Pero también nos acompaña el viento. Un elemento que no se
aprecia en la parte urbana de los distintos recorridos, pero que sí se hace
bastante incómodo en las zonas descubiertas. Ya lo comentaba ayer brevemente en
Twitter: nada más coronar el Bemelen –la primera de las dos cotas del recorrido
de la prueba de fondo- los ciclistas se encontrarán con una zona bastante
traicionera, que puede marcar el desarrollo de la carrera, como sucedió en el
anterior Mundial. Y hoy también lo hemos podido comprobar en la inspección del
recorrido contrarreloj que afrontarán los pros el próximo miércoles.
Terminados los prolegómenos de la recogida de
acreditaciones, ayer por la tarde, la primera visita era obligada, al recorrido
de 16,1 kilómetros de las pruebas de fondo –desde el viernes por la tarde con
las féminas juniors hasta el domingo con los élites-. Es exactamente el mismo
circuito que hace catorce años, por lo que los más viejos del lugar podrán recordar
unas referencias que serán bastante fidedignas, cuestiones climatológicas
aparte. Ya tendremos opiniones bastante más cualificadas que las de este
servidor, pero me quedo con cuatro pequeñas comparaciones:
- La primera, obvia. El Mundial es una clásica y no una
etapa de una ‘grande’. Las referencias de la Vuelta a España pueden dar mucha
moral, eso sí, pero no deben señalar jamás este como un Campeonato ‘fácil’ para
España.
- La segunda, significativa. El circuito de Valkemburg se
parece a la Amstel Gold Race, pero se diferencia en muchas cosas de la clásica
holandesa. Principalmente en la ubicación del Cauberg: No es lo mismo coronarlo
y llegar a meta que tener que afrontar después algo más de un kilómetro, en
llano o ligero descenso.
- La tercera, odiosa. No es, ni con mucho, el Mundial más
selectivo en términos de montaña de los últimos años. Las comparaciones con
Mendrisio, por lo tanto, son imposibles e incluso Melbourne presentaba más
desnivel acumulado, aunque más lejos de meta.
- Y la cuarta, para reflexionar. En el circuito hay
muchos, pero que muchos kilómetros en llano o claro descenso, en los que se
puede volar. Aunque no haga viento.
Hoy por la mañana también ha sido día de burocracias –la
cada vez menos necesaria reunión de directores y la comprobación de licencias,
también bastante prescindible en un mundo online-, que se ha resuelto afortunadamente
con bastante rapidez, para dar paso a una visita del recorrido de la
contrarreloj pro. Como sucede casi siempre, el flechaje es más bien escaso, por
lo que la ausencia de alguna –muchas veces retirada con mala fe- puede originar
bastantes confusiones en un circuito con un número exagerado de cruces, muchos
de ellos de carreteras de tercer orden y callejuelas.
Quizá por ello no se pueda aplicar un solo calificativo para
definir toda la contrarreloj en su conjunto. Zonas de callejeo se alternan con
rectas interminables, más o menos protegidas del viento, cuya dirección cambia lógicamente
varias veces en el recorrido. Anchas carreteras se combinan con caminos
secundarios. Incluso las tres subidas son muy distintas: la primera (Sint
Remigiusstraar), sobre el kilómetro 18, es larga y es la que tiene pendiente de
todas, y obligará a quitar plato; la segunda (Rozokoel) es mucho más corta y
tendida, y se afronta sin demasiados problemas. Y el Cauberg, tan cerca de la
meta, obligará a darlo todo, pero sin quemarse por ese traicionero tramo final.
Qué bueno tener un 'diario' así para vivir el Mundial durante todo el evento, no sólo el domingo-última-vuelta como venderán otros.
ResponderEliminarÁnimos y fuerza a todos allí!
Juanma