Apenas quedaba una quincena de corredores participantes en
la crono del Mundial por llegar cuando recibo el escueto mensaje del
fallecimiento en un accidente, mientras entrenaba, de Víctor Cabedo. No puedo
describir con palabras cómo me he quedado. Si puedo decir, por el contrario,
que no he dado pie con bola en esos minutos finales de la contrarreloj.
Y es que Víctor es uno de esos chavales que conocías desde
cadetes, desde juveniles, y que su presencia en la selección nacional te
permite mantener una relación más allá de lo profesional, sobre todo con la
cercana y entusiasta presencia de su familia, de sus padres, de su hermano, de
su abuelo. Un chaval de esos que ves crecer como persona y como corredor, que
va quemando etapas, con acierto y éxito, hasta llegar a ese sueño que es el
profesionalismo.
Y de repente, ¡zas! La de la guadaña aparece cuando y
donde menos te lo esperas. Ha sido en un fatal accidente de tráfico –una vez
más la maldita carretera-. Pero pudo ser en cualquier otra lugar donde se siega
una vida que, a los 23 años, tenía todo lo mejor por delante.
Terminada la crono, muchas preguntas de los compañeros
sobre Cabedo. Algunos recuerdos y anécdotas. Pero rebuscando en mi memoria y en
la del ordenador he podido comprobar que entre las diversas actuaciones del
castellonense con la selección se encuentran dos Mundiales -2006 y 2007- y un
Campeonato de Europa celebrado precisamente en Valkemburg, hace seis años.
Cabedo completó una aceptable crono y no terminó la prueba
de fondo por una caída. Hoy, otra mucho más grave le ha llevado a decir adiós a
la única carrera que realmente importa, la de la vida.
Un abrazo, Dorleta, familia Cabedo. Hasta siempre, Víctor.
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