Bernat
López, el ‘alma mater’ de esa magnífica iniciativa llamada Cultura Ciclista, señalaba
‘Mañana salimos’ como su libro preferido entre los cuatro primeros que han
lanzado esta primavera. Y una vez terminada la lectura de la narración de Jean
Bobet tengo que darle la razón. Y las gracias por su recomendación.
Reconozco
que cuando comencé la lectura, pensaba que era un libro sobre el gran Louison
Bobet escrito por su hermano pequeño. Esa narración existe –‘Louison Bobet, une vélobiographie’- y se
habla de ella en estas páginas, pero ‘Mañana salimos’ es una narración muy
distinta, tanto en su forma como en el fondo. Y mucho más atractiva e
interesante.
Aunque
la sombra de Louison planea por todo el libro, por su condición de hermano, de
gran campeón, de miembro de ese G4 –junto a Coppi, Koblet y Kubler-, de esa
última generación de ciclistas completos que dio paso tras ellos a una
especialización, primero entre escaladores y rodadores y luego entre clasicómanos
y vueltómanos, aquí nos encontramos principalmente con la vida y las opiniones
del pequeño Jeannot, una rara avis en el pelotón de los años cincuenta por su
condición de universitario. Pero sobre todo de espectador de excepción.
Jean
Bobet nos escribe sobre sus comienzos, sobre su experiencia profesional al lado
de su hermano, sobre su hastío y sobre los años posteriores a la retirada, con
esa frase omnipresente que da título al libro. De grandes momentos como el
Mundial universitario de Budapest y el Drama de Loreto, hasta de pequeñas
anécdotas del día a día. Pero sobre todo nos expresa sus opiniones sobre temas ciclistas
como los equipos comerciales, el mundillo, el argot, el manager –porque sólo
había uno-. Tampoco rehuye hablar del dopaje, ni de su experiencia como secretario
general de la UCPF, el primer sindicato francés de deportistas, y de ciclismo en
el mundo.
Y
precisamente cuando habla de aquellos años, escribe este magnífico párrafo: “De
aquella breve experiencia saqué la conclusión de que el corporativismo
deportivo tiene sus límites, porque el deporte se basa exclusivamente en la
rivalidad. Es verdad que en el seno de un club o de un equipo la ayuda mutua,
la entrega e incluso el sacrificio son moneda corriente. Pero la solidaridad
salta por los aires a causa de la rivalidad cuando se tratan cuestiones de
orden general. El discurso global no tiene sitio en un entorno donde cada cual
mira por sus intereses”.
Escrito
hace 50 años, este pensamiento continúa plenamente vigente, como otros muchos
de las páginas de esta notable narración. Un libro sencillo. Pero sobre todo elegante,
como el estilo de Jean Bobet.
PS. Hasta la fantástica imagen de la
portada del libro merece la pena.
Lo acabo de leer Luis y es fantástico como dices. Temas de los 50 plenamente vigentes hoy
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