martes, 13 de noviembre de 2012

Las crisis del periodismo




He elegido este video no por simpático, sino porque ilustra perfectamente la gran crisis del periodismo en estos albores del siglo XXI, la competencia perdida contra la tecnología. Algo que no entienden muchos editores –interesadamente- ni –desgraciadamente- muchos profesionales.

Cada vez oigo eso de que el papel nunca morirá, miró la edad del que lo afirma y simplemente sonrío si tiene más de treinta años. O incluso si lo dice alguien un poco más jóven. Posiblemente sobreviva, pero marginalmente, nunca con la primacía que ha tenido hasta hace una década escasa. De todas formas no es una cuestión sino de evolución, que hay que aceptar y reconducir: la radio se limitaba a leer informaciones en sus primeros años, hasta que encontró su lenguaje; la televisión no era sino una emisora con imágenes, primero fijas y luego en tímido movimiento. Pero los medios en Internet todavía siguen siendo –en su inmensa mayoría- un periódico escrito, con retazos de audio y vídeo. No se ha adaptado a su soporte.

Esta crisis, sin embargo, no es la única ni, desde luego, la que más nos indigna. Ahí está el ERE de ‘El País’ en un claro ejemplo de socializar las pérdidas para conservar beneficios y sobre el que se ha dicho ya tanto que sobra cualquier tipo de comentario adicional... salvo mostrar todo mi apoyo a unos profesionales que no se merecen este ‘punto y aparte’… aunque puede ser un ‘punto y final’ para un medio que fue referencia, pero que ha perdido su lugar.

Y así engancho con la tercera crisis, que es la que se debería afrontar, aunque esta no es propia del periodismo sino que empapa a toda nuestra nación, país, Estado, sociedad... Es una crisis moral, de valores, de funciones… de pérdida de un sentido social buscando intereses particulares, en un entorno de mentiras incompatible con esta profesión.

2 comentarios:

  1. Internet y las redes han propiciado que al igual que en cada aficionado al fútbol hay un seleccionador nacional, en cada usuario haya un periodista en potencia. Antes había un número elitista y reducido de transmisores y una humanidad de receptores, sin más altavoz que las cartas al director. Ahora hay tantos transmisores como receptores, y en este feedback informativo se diluye y desvirtúa la esencia del buen periodismo. Porque la literatura es otra cosa.

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  2. Ahí está el reto, precisamente: utilizar las herramientas que nos brindan y darle el toque de profesionalidad periodistica, para que se distinga (por ejemplo en número de followers) los comentarios de un profesional a los de cualquier usuario-periodista en potencia. Y por otro lado, adaptarse a las herramientas: las descripciones 'cargadas' de las crónicas decimonónicas terminaron con la aparición de las fotos. Si los medios vuelven a sus esencias informativas y dejan en un segundo plano la rentabilidad (ojo, no digo que la olviden), estoy seguro de que los profesionales nos adaptaremos. O, como siempre ha pasado, los que se adapten sobrevivirán.

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