Me incorporé al servicio militar el domingo 30 de noviembre de 1986 , después de agotar todas las
prórrogas por razón de estudios, aunque pensando más en retardar el fatídico
día el máximo posible por si sonaba algún tipo de campana salvadora. No fue
así, pero ahora no me arrepiento.
Mi condición de Licenciado en Periodismo y alguna ‘ayudita’
–de mi tío Pepe, al que estaré siempre eternamente agradecido- me hicieron
acabar, tras un mes y medio en el CIR de Cáceres, en el Centro de Ayuda a la
Enseñanza, en Madrid, una unidad del Ejército destinada a la producción y
realización de vídeos de temática militar, pero de muy diverso tipo: actos
castrenses, programas divulgativos, de enseñanza… Allí los técnicos eran cabos primeros
especialistas, formados en los Institutos Politécnicos del Ejército, que
manejaban cámaras, equipos de sonido, mesas de edición y postproducción… Pero
éramos los soldaditos, como un servidor, los guionistas, los locutores e
incluso los directores de los programas que producíamos.
Ni que decir tiene que guardo un inolvidable recuerdo de
aquella experiencia, y de todas las personas con las que coincidí en nuestros
viejos ‘estudios’ junto a la calle Mayor, comenzando por el ‘Tecol’ Roselló,
por cierto un gran aficionado al ciclismo con el que pasamos unas tardes de
verano inolvidables, deteniendo toda nuestra actividad para ver el directo del
Tour de Francia, aquella magnífica edición marcada por el duelo entre Stephen
Roche y Pedro Delgado.
Fue allí donde tuve la ocasión de hacer unas impagables
prácticas de vídeo –y digo impagables porque con las 900 pesetas escasas que
nos abonaban como ‘soldada’, poco se podía hacer-, aunque como sucede muchas
veces en la vida no tuve ocasión de agradecerlo hasta mucho tiempo después,
cuando ya estaba trabajando en la RFEC.
Nielfa, en el recuerdo
Félix Nielfa ha sido la persona con la que he tenido una
relación más estrecha en lo que se refiere a las actividades periodísticas en
la Federación. Fotógrafo y cámara, colaboraba conmigo en eventos puntuales como
Campeonatos de España, aunque siempre estaba dispuesto a echar una mano. Tenía
una pachorra a prueba de bombas, todo lo contrario que un nervioso servidor,
por lo que a veces me desesperaba; parecía el claro ejemplo de quien jamás
moriría de un ataque al corazón: pero fue así precisamente como acabaron sus
días, en mayo de 2006.
Tres años antes de aquella fatídica fecha, mis jefes
decidieron que sería una buena idea realizar un vídeo resumen de todo lo
ocurrido en la temporada ciclista, a modo de Memoria de Actividades. Con Félix
en la parte técnica y yo intentándole transmitir todo lo que me bullía en la
cabeza, hicimos un buen trabajo durante tres temporadas… hasta que
inesperadamente nos dejó. Ese año –a la fuerza ahorcan- ejercí incluso de
camarógrafo, para que finalmente, con su discípulo y nuestro amigo Fer,
pudiéramos darle continuidad a su trabajo en 2006 y 2007, último año en que se
produjo este resumen anual. Ni que decir que también éste fue uno de los mejores
aprendizajes posibles.
Pero la ‘democratización’ del vídeo no ha llegado sino
hasta muchos años después, en gran parte gracias a una plataforma como YouTube,
pero sobre todo con los nuevos medios que están a disposición de casi todos. Ya
no es necesario disponer de una cámara, sino que con un smartphone se pueden
conseguir resultados increíbles. Un poco de cuidado a la hora de elegir los
planos y los ambientes y un micrófono -por experiencia lo digo, es algo con lo
que se gana muchísima calidad- bastan para conseguir una grabación interesante…
aunque el elemento fundamental será siempre la experiencia,
conocimiento e iniciativa del periodista.
En los últimos años he tenido la ocasión
de poder reunir bastantes vídeoentrevistas, con un mayor interés que una simple
grabación de audio o unas declaraciones escritas. Ahora, las tablets e incluso
los smartphones nos ofrecen programas de edición bastante simples pero
tremendamente efectivos, que nos permitirán captar la realidad informativa desde otro punto de vista. Pronto
veréis los resultados en este mismo blog.
Volviendo con Félix
En el mundo de la fotografía, no tuve la suerte de contar
con una experiencia formativo-profesional como la del CAE. Técnicamente no me asustaba este mundo, pero
jamás me decidí a comprarme un equipo profesional o semi. Como mucho me
limitaba a realizar fotos esporádicas e ilustrativas, siempre que el fotógrafo
no pudiera desplazarse conmigo, me dejase su cámara o pudiera hacerlo con mi
automática.
Nuevamente fue el inolvidado Nielfa quien me metió los
perros en danza, aunque fue la digitalización de la fotografía lo que me animó
a dar el paso decisivo, adquiriendo primero con una compacta –no recuerdo el
modelo- que hoy parecería de juguete, pero que en el año 2000 era todo un
avance tecnológico; luego con esa pequeña maravilla que fue para mí la Canon
EOS Rebel, para pasar posteriormente a una Canos EOS 40D… y en breve a otro
modelo sobre el que aún estoy en duda.
Desde ese momento –y esto lo entenderán todos los que están
enganchados por la fotografía-, interés en mejorar e inversiones en material
han ido de la mano, entrando en una espiral que, pese a todo, es altamente
satisfactoria cuando ves los resultados de una fotografía que refleja exactamente
lo que has querido captar. Eso si, siempre -por deformación profesional- con un
componente informativo. Nunca me han gustado, ni me gustarán las 3F: fotos de
felicidad de Facebook.