domingo, 22 de abril de 2018

Copa de España (VI): se va reduciendo el número de candidatos


360 puntos podría sumar un corredor que ganase las tres pruebas que restan, por lo que aún tendríamos hasta 28 ciclistas capaces de adjudicarse matemáticamente la Copa de España élite y sub23 2018. Sin embargo, poco a poco el número de candidatos se está reduciendo paulatinamente, y hoy tras la disputa del Memorial Momparler podemos ver que, en cierta medida, Lizarte y Aldro Team parecen ser los principales contendientes.

Es una pena que el Momparler haya tenido que prescindir de su fórmula inicial del adoquinado por cuestiones de seguridad. Pero desde luego el nuevo recorrido que ha habilitado el seleccionador nacional no le va a la zaga. Si a ello le añadimos la tópico -siempre cierto- de que ‘son los corredores los que hacen duras las carreras’, entenderemos plenamente el resultado de hoy, de una bonita y durísima carrera.

Más sorpresa me ha producido la victoria de David González, un ciclista al que no tenía muy controlado, pese a haber sido segundo el año pasado en Vuelta a Galicia. Como me decía un seguidor la semana pasada, parece confirmado que Caja Rural-Seguros RGA, ya sin opciones en la general, ha apostado por las victorias parciales, De esta forma el abulense releva a su compañero Antonio Gómez, ganador la semana pasada en Torredonjimeno.

Por otro lado, debo destacar la valentía de tres ciclistas que, buscando la victoria, se la jugaron de lejos: el ruso Sava Navikov, el alicantino Eusebio Pascual y el sevillano Juanpe López. Los dos primeros, sin embargo, lo pagaron en la parte final y quizá hayan perdido sus opciones en la general, aunque seguro que les volveremos a ver como protagonistas; el de Polartec aún está ahí y, lo que es mejor para las opciones de la Fundación Contador, respaldado por un José Antonio García que podría ser ese ‘tapado’ que muchas veces es necesario en el juego de equipo.

Y esa debe ser también la baza de un Aldro Team, el tener a dos hombres y excelentemente colocados, como segundo y al tercero de la general: Jesús Arozamena y Cristian Mota al acecho de un Antonio Soto (Lizarte) que, aunque sea por poco, les supera en velocidad en las llegadas.

Veremos lo que puede suceder en las tres carreras que quedan, de muy distintas carácterísticas, aunque serán los corredores los que las hagan más o menos duras: la Santikutz Klasika del 1 de mayo es la más dura de todas, y además viene precedida -para bien o para mal- de la neonata Bizkaia 3E; la Classica Tondo es una prueba que engaña y que podría meter a algún ‘secundario’ más en la pomada; y del Macario, ¿qué vamos a decir después de lo que sucedió el año pasado?

domingo, 15 de abril de 2018

Copa de España (V): Antonio Gómez, profeta en su tierra


La Copa de España élite y sub23 vivió su quinto asalto esta mañana en Torredonjimeno, una carrera que, como siempre, no decepcionó, con ese recorrido que engaña: la prueba es que detrás del escapado Antonio Gómez (Caja Rural-Seguros RGA) llegaba un pelotón bastante reducido, con una decena escasa de integrantes. Entre ellos la mayor parte de los que poco a poco se están erigiendo como máximos candidatos a luchar por el maillot rojo de Ikolan-Lanaldi, aunque ni Gerard Armillas (Compak), 21º, ni Roger Adriá (Lizarte), 45º, pudieron aguantar con los mejores.

Rivalidades provinciales aparte, Torredonjimeno conoció un vencedor andaluz, a ese cordobés, antiguo triatleta, que fue una de las revelaciones de la pasada campaña en el modesto Cartucho-Magro, hasta tal punto de correr los Europeos con la selección nacional y estar como ‘stagiaire’ a final de año, aunque fuese con ese proyecto inviable del Kuwait-Cartucho.

“Es la victoria más importante para mí hasta ahora, por ser en la Copa de España y en mi tierra. He tenido un inicio de temporada complicado, pero esta victoria me da muchísima confianza para lo que venga", declaraba en la web de su equipo Gómez, que supo aprovechar la perfecta dualidad que presentaban hoy los ‘verdes’: un corredor combativo como él para intentarlo más o menos de lejos y un velocista de garantías como Xavi Cañellas, aunque en las calles de Torredonjimeno fuese superado por un Sergio Vega (Super Froiz) que había saltado en el los últimos metros, y que no tardará en mojar.

Aunque me gustaría consultar una general fiable de la Copa de España para ver las posiciones -y que a estas horas no existe-, a vuelapluma podemos ver que Lizarte consolida sus lideratos individual -con Antonio Soto- como por equipos, aunque habiendo sacrificado hoy a Adriá; que Aldro Team se ratifica con su dupla Arozamena-Mota, con el gallego de nuevo al más alto nivel tras su mal día -no contabilizado lógicamente- en Eibar; que el Polartec va dar mucha más guerra con Juanpe López que lo que muestra una triste clasificación -para ellos- hoy, y que el joven ruso Savva Novikov aún tiene mucho que decir: de hecho ahora mismo es tercero.

Descartada definitivamente la originalidad del pavés, el Ridley-Memorial Momparler apuesta por intensificar la montaña, ya que al recorrido del último año -con los altos de Calderón, Campello y Cumbres de Valencia- le ha sumado otro segunda, Santa Anna, a menos de veinte de meta. Veremos que nos depara el próximo domingo.

viernes, 13 de abril de 2018

¿Sabe alguien quién ha ganado el Trofeo Federación?


Con la disputa el domingo pasado del Memorial Ángel Lozano, en Valladolid, se daba por finiquitada la decimoctava edición del Trofeo Federación, la competición que nacía en 2001 destinada a las selecciones autonómicas, pero que ha perdido todo su sentido en los últimos años hasta tal punto que no tiene sentido que siga existiendo. Por cierto, ¿alguien sabe quién ha ganado este último Trofeo Federación?

El germen de la competición fue la Gipuzkoa Klasika, una prueba creada en 1995 y organizada por la Federación Gipuzkoana, que siempre ha rotado el lugar de celebración entre las distintas localidades de la provincia, en una carrera destinada a selecciones regionales, completándose la participación con equipos de la zona.

Este fue el esquema que adoptó Josep d. Bochaca, que, en la época en la que estuvo al frente de la Comisión Técnica de la RFEC, realizó un trabajo tan valioso como poco reconocido de estructurar el calendario nacional en sus distintas categorías. En este caso, se trataba de crear una competición -que nació en 2001- para selecciones autonómicas juniors, con el aliciente, que se mantuvo hasta 2012, de que las cinco mejores clasificadas tuvieran una participación extra en los Campeonatos de España de carretera, pasar de ocho a diez ciclistas. Un segundo ‘premio’, acudir con los gastos pagados por la RFEC a una prueba en el extranjero, en este caso para la selección ganadora, tuvo una vida bastante más efímera por razones económicas: solamente en las tres primeras ediciones. Además, se pretendía que no fuese gravoso para las Federaciones Autonómicas, estableciéndose unas ‘dietas’ por participación a cargo del organizador.

Tres puntuables el primer año y cuatro el segundo, dieron paso a un Trofeo Federación estabilizado en dos pruebas en los siguientes años de su existencia -quizá por el coste económico que suponía para los organizadores tener que asumir esas invitaciones- hasta que en 2009 se dejó de organizar el Trofeo Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, en Alovera (Guadalajara), quedando en solamente una durante un lustro, la Gipuzkoa Klasika.

En 2014 se incorporaba el Memorial Ángel Lozano, manteniéndose esa ‘dupla’ hasta el año pasado, aunque en 2016 se añadió una tercera prueba totalmente acorde con el espíritu del Trofeo Federación, una contrarreloj por equipos, como broche de oro del circuito. Fue un espejismo: en 2017 volvieron a ser las dos citas de años anteriores y en este 2018 la Gipuzkoa Klasika ha dejado de pertenecer, buscando su futuro como prueba del calendario vasco, aunque seguro que contará con una participación muy similar en cuanto a la categoría de los ciclistas.

Y es que, aparte de la pérdida de aliciente para las Federaciones, la inclusión de equipos juveniles -primero de forma optativa y luego obligatoria para las mejores escuadras nacionales- ha generado algunos problemas de ‘competencias’ en lo que se refiere a la cesión de corredores a las selecciones, aparte de perderse totalmente la esencia de la competición.

De hecho, tanto selecciones como equipos salen a lo que se sale en cualquier carrera: ganar la prueba individualmente. Los demás premios son secundarios o vienen por añadidura. Aun así, mal que bien se había podido seguir vendiendo el ‘producto’, aunque fuese solo informativamente hablando, pero ahora, con una sola prueba, el futuro no es que sea poco halagüeño, es que no tiene ningún sentido.

Por cierto, volviendo a la pregunta planteada: en Valladolid -que volvió a ser una carrera de lujo en todos los aspectos, deportivos y organizativos, algo que jamás se ha puesto en duda-, ganó Asturias, y por lo tanto en la general final del Trofeo Federación 2018, aunque en los medios, incluso en la misma nota de prensa oficial, se reseñase solamente el triunfo de Ibai Ruiz de Arcaute y no apareciese ni una simple mención a la selección vencedora, a la verdadera triunfadora del Trofeo Federación, que debería aplicarse esa máxima de 'renovarse o morir'.

Fotos: Gipuzkoa Klasika, ediciones 2008 y 2017.


jueves, 12 de abril de 2018

España, consciente del alto precio de las plazas para Tokio 2020

La oficialización -aunque extrañamente sin darle demasiada publicidad- de los criterios de clasificación para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, y que limita las opciones de los bikers españoles de repetir la misma presencia masculina que tuvieron en Rio, es decir, tres ciclistas, no ha pillado de sorpresa a nuestros mejores especialistas.
“Ya estábamos sobre aviso -reconoce Carlos Coloma, bronce en la última cita olímpica-. Por un lado, se reduce la participación, con lo que habrá una carrera para los quince mejores del mundo, pero una buena parte de los que están ligeramente por detrás, a un nivel casi similar, no estarán en Tokio”. “Entrarán corredores de otros países, pero que no están a un nivel de otros que se quedarán fuera” añade otro de los representantes en Rio, José Antonio Hermida, aunque el de Puigcerdá, ya retirado, ya no estará en los próximos Juegos.
Carlos Coloma, reconociendo el circuito de Rio en 2015 © FB C. Coloma
Pero lo más importante es que para repetir los tres bikers habrá que estar entre las dos mejores naciones del mundo en ese ranking olímpico. Hermida advierte que “nunca hemos estado por delante de ellos”, refiriéndose a Suiza y Francia, los países que encabezaron el ranking en los anteriores Juegos. “Soñar no cuesta nada y no vamos a tirar la toalla tan pronto -añade Coloma-, pero hay que ser realistas. Suiza y Francia tienen a dos bikers como Schurter y Marotte que no fallan, que cogen más puntos que todos nosotros. Pero además tienen a cinco o seis con un nivel increíble”.
David Valero, el tercer integrante del combinado nacional en Rio 2016, considera que “será muy difícil desbancar a Francia y Suiza, pero tendremos que pelearlo. Habrá que hacer un calendario donde se puedan coger puntos en otro tipo de pruebas, pero lo importante es no fallar en los grandes compromisos como Copas del Mundo o Mundiales, que son los que más puntos dan”.
Para tener dos corredores en Tokio habrá que quedar por encima de la octava plaza. Estar en ese lugar, o por debajo, reduciría la presencia a un solo ciclista. Coloma no cree que se vaya a producir esa incidencia, pero Hermida advierte que “ojo, porque hay países como Italia, Chequia o incluso Nueva Zelanda que van a más”. El campeón del mundo coincide con Valero que añade que “no creo que tengamos problemas para estar entre las naciones con dos ciclistas, pero no nos podemos descuidar, sobre todo que no tengamos la mala suerte de tener una lesión de alguno de los mejor clasificados que nos prive de coger puntos”.
Coloma reconoce que su objetivo es ser uno de los bikers españoles en Tokio, “pero lo importante es trabajar entre todos al máximo para tener el mayor número posible de plazas. Luego, cuando las tengamos ganadas, ya será otra cosa”.
Presencia femenina
Por el contrario, el nuevo sistema facilita que haya presencia femenina, algo que no había sucedido ni en Londres 2012 ni en Rio 2016: estar entre las primeras 21 naciones del ranking olímpico nos permitiría tener una corredora -algo bastante factible-, mientras que para contar con dos habría que estar entre los 7 mejores países, algo ya más complicado.
Hermida señala que “un deporte como el mountain bike con tanta importancia en España no puede estar sin presencia femenina en unos Juegos”, mientras que Coloma considera que “el nivel está subiendo mucho, con Madga Durán, Claudia Galicia, María Rodríguez y sobre todo Rocío del Alba García, que es una corredora que va a mejorar mucho estos dos años y sumará muchos puntos. Creo que se puede aspirar incluso a tener esas dos plazas”.
En este sentido se expresa la madrileña. “Habrá que intentarlo y trabajar para ello, pero tenemos que tener los pies en el suelo y no perder la ilusión. Creo que sería una gran noticia para el BTT español poder tener a dos corredoras en Tokio”.

martes, 10 de abril de 2018

La eterna polémica de las invitaciones a las ‘grandes’

Con el anuncio de las invitaciones de La Vuelta por parte de Unipublic se ha oficializado ese secreto a voces, incluso antes aún de que lo desvelase ‘L’Equipe’ a mediados de enero: la presencia de tres equipos españoles, es decir, dando una oportunidad a los nuevos Euskadi-Murias y Burgos-BH, junto al ya tradicional Caja Rural-Seguros RGA, y al Cofidis, éste por razones sobradamente conocidas que no vienen al caso explicar.

La ronda nacional sigue, de este modo, la línea del Tour de Francia y el Giro de Italia, de invitar a tres equipos de sus respectivos países, aunque en ambos casos se han quedado fuera otros conjuntos galos y transalpinos, creando el ya tradicional debate sobre los méritos deportivos de unos y otros. Por no hablar de aquellos radicados en otros países que argumentan razones deportivas, sea por actuaciones pasadas, sea por puestos en esa entelequia llamada Europe ProTour.

De momento, en España todos contentos pero ojo: ¿que pasaría si en 2019 tenemos la suerte de tener más equipos profesionales, una posibilidad nada desdeñable, con lo que alguno podría quedarse fuera? Ahí lo dejo, de momento.

En cualquier caso, una nueva oportunidad para que resurja la eterna pregunta: ¿Tiene el organizador la obligación de invitar a los mejores equipos o simplemente a los que desee? Si tenemos en cuenta la filosofía del World Tour -la que se quiso implantar, no a la que hemos llegado ahora- está clara la respuesta: es una potestad del organizador, sin que sea necesario dar cualquier tipo de justificación. Es más, cuantas más explicaciones dé, más polémica se levantará.

Y es que el WT pretendía tener “los mejores equipos en las mejores carreras”, aunque fuera un ‘totum revolutum’ de pruebas muy diversas, un Mundial de Fórmula 1, de rallyes y de raids en un solo evento, como ya lo definí hace años. Lo que no se preveía es que entrasen en el circuito mundial pruebas más consideradas por su ‘valor’ geográfico y que se quedasen fuera otras carreras de indudable valor por no europeizar en exceso el calendario, que ya ded por sí es excesivo e irracional. Ni mucho menos que, en algunos casos, la diferencia de nivel entre equipos continentales y ‘protours’ no fuese tan clara, sobre todo en determinados momentos del calendario. Y no sólo me refiero sólo a las grandes vueltas, sino que las clásicas o simplemente esas pruebas ‘extra europeas’ a las que antes me refería, que pueden estar más interesadas en contar con equipos con otros perfiles que los WT que acuden casi por obligación.

La solución de aumentar el número de invitados y eximir a los ‘protour’ de estar en determinadas pruebas es una solución que puede parecer justa… salvo que se acabaría con la esencia del WT, aunque hoy en día tampoco nadie se plantearía la opción contraria, una liga cerrada, sin invitaciones.

Por ello llegamos a una triste conclusión: ‘virgencita, que me quede como estoy’, es decir, ‘mejor no menearlo’, salvo que se hiciera un borrón y cuenta nueva, aunque ello conllevase echarle una buena dosis de imaginación, algo que siempre suele estar mal visto en nuestro deporte.

PD: Y que nadie piense que la reducción de corredores por equipo pueda suponer más conjuntos en carrera, ya que la razón argumentada era por seguridad, con un límite máximo de 176 ciclistas en vez de 200 en el pelotón de las ‘grandes’.

lunes, 9 de abril de 2018

Tokio 2020: A España se le complica el pleno acceso en BTT

Aunque los criterios de clasificación olímpica para Tokio 2020 aún no han sido oficializados, los documentos tienen una circulación pública tan amplia que son sobradamente conocidos por todos. Incluso la UEC ‘echaba una mano’ tras colgarlos en su web y publicitarlos en un tuit, que posteriormente borraría.
Con cinco disciplinas ciclistas en liza –carretera, pista, BTT, BMX y freestyle; mejor precisar la denominación quitando eso de BMX – ya hice un análisis en mi blog, recogido en Ciclo21-, sobre las opciones de estar en el velódromo de Izu, con una conclusión positiva: el nuevo sistema beneficiaba a España.
Desgraciadamente en el caso del BTT parece más complicado repetir la presencia de tres ‘bikers’que tuvimos en Río’16, aunque se abren las opciones de contar nuevamente con presencia femenina, tras no haberla tenido en las dos últimas ediciones de los Juegos Olímpicos.
La clave está en la ‘paridad’ establecida en la participación: de los 41 hombres y las 25 mujeres establecidos en Río, se pasa a 37 en cada sexo. Y en ambos casos, con igualdad absoluta en los criterios de clasificación, según un ranking por naciones que contempla la suma de dos clasificaciones acumulativas anuales: del 28 de mayo de 2018 al 27 de mayo de 2019 y del 28 de mayo del 2019 al 27 de mayo de 2020.
Las 21 mejores naciones tendrán presencia ‘directa’ en Tokio: las dos primeras con tres ‘bikers’; de la tercera a la séptima, con dos; y desde la octava, con sólo uno (o una). Es decir, que la tercera plaza, tras las grandes potencias Suiza y Francia, en el ranking olímpico para Río, que nos sirvió para tercer tres ciclistas en la última cita olímpica -el medallista Carlos Coloma, José Antonio Hermida y David Valero-, ahora mismo sólo nos proporcionaría dos: habría que superar a helvéticos o galos para garantizar la máxima presencia.
Por el contrario, las perspectivas para las féminas son bastante más favorables: si en Rio resultó imposible meterse entre las mejores 17 naciones, de cara a Tokio resulta bastante factible estar entre las veintiuna naciones con presencia olímpica, entre otros motivos por la positiva evolución del BTT femenino español con corredoras como Rocío del Alba García o Magda Durán, aunque estar en el ‘top ocho’ que aseguraría la presencia de dos corredoras es, a día de hoy, bastante utópico.
Los resultados de los Campeonatos Continentales -exceptuando Europa- y de las mejores naciones en los Mundiales élite y sub-23 no proporcionarían plazas adicionales a los países ya clasificados, sino presencia de nuevas naciones.

domingo, 8 de abril de 2018

Copa de España (IV): Valenciaga, cuando no se puede hacer ningún reproche

Poco análisis puedo realizar del Memorial Valenciaga, la cuarta prueba de la Copa de España que hoy (no) se ha celebrado en Eibar. Pero sí puedo hablar de la amarga sensación que me invadía cuando se decidió su suspensión. Una pena que una carrera que se prepara con tanto mimo y tanto esfuerzo como el Valenciaga se vea suspendida por culpa de la mala fortuna, de un accidente con una motorista que estaba haciendo su trabajo y que la simple fatalidad originase que fuera arrollada por un ciclista que en ese momento tendría la vista en otro sitio, y posteriormente por las primeras unidades de un pelotón en una caída muy aparatosa, y que tenía muy mala pinta como pudimos ver los que seguíamos la carrera. 

Conclusión, trabajo para los médicos y las ambulancias que tuvieron que evacuar a la motorista -a estas horas hospitalizada en Cruces, con un fuerte golpe en el tórax, pero fuera de peligro- y a varios ciclistas, el más grave con fractura de clavícula. Pero claro, la carrera se veía abocada a la detención y, tras demorarse en exceso el regreso de las ambulancias, a esa amarga suspensión, injusta para con ese fenomenal trabajo del Club Ciclista Eibarres, que en solo dos ediciones que he compartido con ellos me tiene totalmente enamorado. 

Sinceramente no se puede hacer ningún reproche a la organización. Ni siquiera un “y si...”. Y nadie lo hizo. Fue un simple lance de carrera con unos efectos excesivos pero que cabían dentro de lo previsible. Lo mejor, que las consecuencias médicas fueron mínimas comparadas con lo que pudo haber pasado. Y una conclusión, no se si oportuna, pero cierta: cada vez hay más obstáculos -isletas, dormilones, chicanes...- en las carreteras. ¿Necesarios? Sinceramente lo dudo.

Hasta ese momento poco que contar, salvo el fuerte ritmo en los primeros compases de la prueba que seguro habría influido en el tercio final, y ver a muchos ciclistas ateridos de frío en esa neutralización, pero más por causa de una deficiente protección contra la lluvia -en este aspecto me llevé una desagradable sorpresa por la poca pericia de bastantes corredores- que por las condiciones climatológicas en sí. Por no haber, ni siquiera se consideró necesario realizar una pseudo ceremonia protocolaria -otro acierto del Eibarrés-, aunque sí hubo control antidopaje, como estaba programado: también fue de agradecer.
 
Y ponerse a elucubrar sobre las opciones hoy de Adria, de Juanpe o de Vega, de que a Soto no se le veía muy fino o de cualquier historia similar, es innecesario. Y absurdo. Lo único cierto es que el gran beneficiado -solamente uno- hoy ha sido el gallego Cristian Mota (Aldro), que de verse con un importante lastre por su abandono de hoy pasaba a recuperar la misma, y positiva, situación que tenía antes del Valenciaga. Para sacar conclusiones tendremos que esperar al próximo domingo en Torredonjimeno.

sábado, 7 de abril de 2018

Memorial Valenciaga: treinta años largos de sueños antes de verlos cumplidos en 2017


1984. Un joven aprendiz de periodista, que juntaba sus primeras letras en el periódico Sierra de Madrid, con especial predilección por contar historias de ciclismo, oye hablar por primera vez del Valenciaga al enterarse que un chaval de la zona, Jesús Alonso, de Cercedilla, ganaba la prestigiosa carrera eibarresa. "Es la mejor carrera del campo aficionado", escuché por primera vez, y "el que gana pasa a profesionales", lo que sucedió con el corredor de Cajamadrid que al año siguiente se convertía en integrante del plantel del Zor.

1997. Presente por primera vez en unos Mundiales de carretera, en San Sebastián, recabo informaciones sobre Oscar Freire, tras haber logrado la medalla de plata en la prueba sub23. "¡Pero si ha ganado el Valenciaga!", frase lo suficientemente significativa para hacerme una idea bastante clara sobre el potencial del cántabro... y volverme a despertar el mayor interés por la prueba...

1999-2016.  ... que no pude seguir en ninguno de los años en que forma parte de la Copa de España. Cuando no me coincidía con otra competición, el descanso después de otros días de trabajo era una pobre justificación para mi pereza en acudir a Eibar. Pensaba en que me iba a pasar como a varios buenos amigos -y excelentes periodistas- como Josu Garai, Carlos González o Jesús Gómez Peña que precisamente por razones profesionales parecidas jamás han podido vivir la magia del Valenciaga.

Todos esas ediciones se plasmaron en crónicas gracias a las llamadas a los hombres del Eibarrés -con un especial cariño hacia Ramón Arizaga-, o a colegas que tuvieron la suerte de vivir la prueba en directo. De compartir recuerdos como el del triunfo de Mikel Nieve en 2007, de Joseba Iturria (Gara), "con la victoria de Mikel Nieve, el trampolín que necesitaba. Era un ciclista regular, pero que ese día demostró su calidad para la escalada, al subir Ixua en compañía de Joaquín Novoa y aprovechó la debilidad de su compañero de fuga en las bajadas para dejarlo en la de San Miguel y aventajarlo en 24 segundos en la meta de Eibar. Esa victoria no solo llamó la atención de Miguel Madariaga para ficharlo. También le hizo creer en sus posibilidades".

Aunque son más colegas los que recuerdan la edición de 2011, como nos cuenta Unai Iraragorri, ahora director de Zikloland y jefe de prensa de Euskadi Murias. "Tuve la suerte de ver desde el coche neutro, la mejor butaca para una retransmisión on-line, la exhibición de Evgeny Shalunov, un ruso de 19 años que culminó 120 kilómetros en fuga, los últimos 34 en solitario. Recuerdo que fue un día de lluvia y niebla, en la que la figura de este niño rubio, de la escuela rusa del Lokomotiv, fue la de un titán en Elgeta, Areitio, Ixua y San Miguel. Aquel 4 de abril entendí la magia que la envuelve y disfruté como pocas veces".

En cuanto al fotógrafo Oscar Matxin, me habla en especial de la "edición del 2010, la que ganó Víctor Cabedo, ya que siempre tuve muy buena relación con el equipo Seguros Bilbao, y también con Víctor y su familia, por lo que esa victoria fue muy especial para mí; fue un placer poder vivirla y fotografiarla de primera mano. Su muerte en septiembre del 2012 fue un palo muy duro para todos. Sin embargo, poder ver a su hermano Óscar llegar al mundo del ciclismo de competición, también dentro de la estructura del Seguros Bilbao, y verle evolucionar edición a edición hasta llegar a luchar hasta el último metro por la victoria en el 2017 supuso una inmensa alegría. Lo 'mejor' de todo es que ya no podrá ganarlo... porque este año ya le estamos viendo de profesional en el Burgos, además con su hermano mayor, José, a los mandos del equipo".

2017. Esa edición que cuenta Oscar, sin embargo, ya la pude vivir en primera persona... sin saber que sería el último año en que prestaría mis servicios en la RFEC.  Aprovechando que la tarde anterior tenía prueba de pista en Anoeta, reservo una habitación en Elgoibar -Eibar estaba copado- y me despierto con la ilusión que tienen los niños el día de Reyes para desplazarme, ese 9 de abril, hasta la salida en la Platza Untzaga, con el mismo sentimiento que tuve un par de años antes al 'pisar' mi primer tramo de pavés en la París-Roubaix.

Allí encuentro y procuro saludar a todo el mundillo ciclista, casi sin excepciones. Como un recién jubilado Benito Urraburu, que esta vez acude como simple espectador. "Yo la llamo 'la carrera'. Basta mirar, en general, su palmarés y sus puestos de honor para ver lo mejor del ciclismo español durante los últimos veinte años, aunque algunos ciclistas no llegaron a donde prometían. Pero lo más importante es que es que es una competición profesional metida en el campo aficionado, por su nivel organizativo y deportivo, que se mantiene desde que yo la conozco en sus inicios. En Eibar hay tradición y una gran cultura organizativa".

Micrófono en mano, presentando la prueba, se halla la polifacética y entusiasta Arritxu Iribar. "No tengo duda, para mí la mejor clásica de la categoría de aficionados, por recorrido, participación, organización… el mejor escaparate para el ciclismo aficionado: se enseñan los mejores productos y lo saben los equipos profesionales. Haciendo memoria tengo mil recuerdos pero no se pueden recoger todos -aunque recuerda también la exhiubición de Shalunov-. No tengo duda: hay que ser ciclista, con mayúsculas, para destacar en el  Valenciaga, para mí una carrera de profesionales para aficionados".

Poco a poco van apareciendo en el podio los primeros equipos para la presentación, mientras que la organización va atando los últimos cabos, con una meticulosidad exquisita. Ya hubo tiempo para divertirse en la cena de la víspera; ahora es el turno del ciclismo. "Lo que me gustaría destacar es que da la impresión de que están organizando una prueba del World Tour -me dice Ainara Hernando, que pese a su juventud ya tiene una década de recuerdos-, son una gente estupenda con las que he tenido la suerte de compartir otras muchas pruebas de aficionados, Gorla, Aitzondo... Larrea trae el vino, Arritxu el pan y Enekoitz las anchoas rasuradas la noche anterior por él mismo y el chorizo de casa. Los demás basta con que llevemos ganas de comer, y en cada paso de la carrera, el 'amaiketako' no puede faltar".

Pero sin duda el 'forastero' que mejor conoce el Valenciaga está en un corro un poco más adelante. Es David González, el responsable del pelotón aficionado en Ciclismo a Fondo, hablando entre otros con el ya hace muchos años retirado Esteban Fernández, el director del mítico Cajamadrid -precisamente el hombre que dirigía en 1984 a Jesús Alonso- que tampoco se pierde nunca 'la carrera'. "Llevo acudiendo de forma ininterrumpida desde hace veintisiete años, a una carrera que se ha mantenido por el compromiso de todo una ciudad -me cuenta David-, que ha entendido que el Valenciaga es una oportunidad de dar a conocerse en toda España, con su Ayuntamiento a la cabeza, con un nutrido grupo de colaboradores grandes y pequeños. Y por su puesto, con un equipo entregado, fiel, infatigable al paso del tiempo y que ha logrado lo que muy pocos organizadores consiguen: encontrar relevo. Cada miembro sabe lo que tiene que hacer y se especializa en una tarea,  que, por pequeña que sea, cuida con mimo, con detalle, recibiendo la sabiduría de la persona que la ha desempeñado con anterioridad y conociendo las vicisitudes  que entraña la organización de una prueba ciclista. Ante todo son  conscientes de que el secreto del éxito es la suma de todos los pequeños detalles.  Y lo más importante es que nadie quiere ser más que nadie. Han dado prioridad al buen hacer de la carrera dejando de lado los intereses personales y el protagonismo". 

Una impresión que corroboro en el momento de meterme en el coche. Tengo la suerte de poder seguir mi primer Valenciaga en otra de las localidades de privilegio, en el coche del juez adjunto que va por delante de carrera. Muchas iniciativas, ataques y contraataques, en unas carreteras que reciben una fina lluvia -nada que ver con aquellas épicas ediciones que ganaron 'Chechu' Rubiera o Unai Osa en los noventa bajo un impresionante aguacero, como me recuerda Rafa Gómez, otro de los históricos en las carreteras guipuzcoanas-, antes de que en San Miguel se quede seleccionado el grupo de doce ciclistas que se juegan la prueba, y de que Álvaro Cuadros remate el gran trabajo de su equipo, con un ataque a falta de cinco kilómetros que le permite entrar con cuatro segundos sobre ciclistas como Sergio Samitier, Manuel Sola, Edu Llacer y Fernando Barceló.

Sin perder detalle de la carrera, no puedo dejar de mirar el gentío que se agolpa a lo largo de todo el recorrido, un público entusiasta y entendido que reconoce por igual el esfuerzo de los chavales, sin reparar en que sean estrellas, y por supuesto en la cuesta de meta en Toribio Etxebarria, recordando las palabras de Ainara unas horas antes sobre su primera edición. "Era una calle estrecha, cerradísima, donde había estado la fábrica de armería de Eibar, llena de gente, donde se oía muchísimo los gritos de ánimo de la gente; nada de espacios abiertos, plazas o similar, que suele ser lo típico en una meta ciclista". En todo caso, un final impresionante, para una carrera impresionante, tras treinta años de espera. Y por cierto, ese último ganador también ha promocionado al pelotón profesional, como manda la tradición.



jueves, 5 de abril de 2018

Gustaaf Deloor, de la Vuelta a la Luna y a nuestras casas


En una época en la que el futuro del periodismo no es demasiado halagüeño, aunque todo el mundo coincide en las enormes posibilidades del ‘data journalism’, en extraer historias a base del análisis masivo de datos -otra cosa es la calidad de las historias generadas-, quiero referirme a unos profesionales muy distintos en las fuentes en las que se sumergen, aunque no tan lejanos en la finalidad que pretenden: escribir historias.

Son también verdaderos ‘data miners’, pero en este caso no se zambullen en bases de datos generadas por ordenador, sino en hemerotecas, en los recuerdos impresos -y a veces olvidados- de muchos años de Historia, de historias, buscando una frase o incluso una referencia para continuar su trabajo en otra publicación, quien sabe si en otra ciudad. Labor minuciosa pero que termina dando frutos, algunos tan excelentes como ‘Gustaaf Deloor, de la Vuelta a la Luna’, la última publicación de ‘Libros de ruta’ recogiendo ese excelente trabajo sordo de un excelente profesional del periodismo y de la información sobre ciclismo como es Juanfran De la Cruz, injustamente minusvalorado y postergado, pero cuyo ostracismo forzado permitió dar a luz esta pequeña joya, que tanta falta hacía al cada vez menos depauperado y más completo panorama bibliográfico del ciclismo español.

En las primeras páginas del libro -que con 157 se lee muy rápidamente aunque mis ojos ya comienzan a preferir un tipo de letra de mayor cuerpo- el autor dice claramente que no es una biografía. En efecto, no pretende serlo, aunque haya rescatado tantos datos -convertidos en historia, claro- como para que no haya ninguna laguna importante sobre su vida. Ante todo, es un homenaje al primer ganador -y encima biganador- de la Vuelta a España, del que nunca supimos gran cosa, y que nunca tuvo ese reconocimiento que se dio en vida a los primeros ganadores del Tour de Francia y del Giro de Italia. Y Juanfran De la Cruz crea y se recrea en la persona y en el personaje, aunque también demanda un reconocimiento público mayor del que él mismo le da. ¿En la Vuelta neerlandesa de 2020?

Tampoco estamos ante una simple historia de un ciclista. La recuperación de su memoria hace ya algunos años -ajena a esta iniciativa- también tiene una importante parte en este libro, así como su vida después de su retirada -forzada por la Segunda Guerra Mundial- en Estados Unidos, reconvertido en mecánico de coches… y de cohetes, lo que da pie al, a priori, enigmático título de la publicación.

El libro gana muchísimo con la gran cantidad de fotografías recopiladas sobre la vida de Deloor, pero tiene sobre todo un epílogo genial por parte de Eneko Garate, editor de ‘Libros de Ruta’, cuando entregó un ejemplar a la hija y a la viuda del primer ganador de la Vuelta a España. Un libro que reúne ese doble acierto, el de escribirlo y el de publicarlo. Y que me siento dichoso de haberlo leído en apenas tres días.