Aunque ya realicé ayer un
análisis en Ciclo21 de lo que ha sido la Copa de España 2018, la vigésima
edición del circuito nacional, hay algunos detalles que se quedaron en el
tintero, tanto del Gran Premio Macario como del conjunto de la Copa, y sobre
los que me gustaría escribir este último post de la serie, de esta competición
que me apasiona. Y lo mismo que deseo felicitar a los brillantes ganadores de
la misma, el murciano Antonio Soto, el vallisoletano Jesús Arozamena y los
navarros de Lizarte, quisiera mostrar también mi reconocimiento a esa labor
realizada en estos casi tres meses al Circuito Guadiana, a la Aiztondo Klasika,
al Trofeo Guerrita, al memorial Valenciaga, a la Clásica de Torredonjimeno, al
Memorial Momparler, a la Santikutz Klasika, a la Classica Tondo y, por
supuesto, al Macario.
Centrado en ofrecer una
perspectiva global, pasé muy -demasiado- por encima de la notable actuación del
Caja Rural-Seguros RGA ayer en la prueba madrileña. Como me anunciaba en la
salida, el cordobés Antonio Gómez quiso aprovechar que venía más descansado que
todos los que habían corrido Bidasoa y lanzó su ataque en Torre, buscando el
dos sin tres. Pero ayer era un día para los sprinters, y los ‘verdes’ lo
bordaron sin dejar la más mínima opción a las escapadas para propiciar el
doblete Cañellas-Viejo. El primero de ellos está llamando con fuerza a las
puertas del profesionalismo… y esperemos que sin tener que renunciar a esos velódromos
que le apasionan; el segundo, tras una excelente primera campaña como sub23, está
recuperándose poco a poco de ese error de dar el saltar demasiado pronto al
profesionalismo el año pasado: espero que sirva de ejemplo a otros ciclistas
para que no se precipiten en sus decisiones.
Por cierto, más de una vez
he manifestado que el sistema de puntuación de la Copa de España me parece
equivocado, al dar puntos a los 50 mejores de cada carrera, y que la puntuación
debería ceñirse a los que realmente la están disputando: habría que recuperar
el antiguo sistema (puntos sólo a los 25 mejores, con 60 al ganador) o incluso
menos. Y si en otras ediciones dicho baremo no habría supuesto ningún cambio,
en esta ocasión nos hubiéramos encontrado con una importante sorpresa: y es que
tras Soto, con 320 puntos, hubiera quedado Xavi Cañellas, con 290 y no
Arozamena, que habría sumado menos, concretamente 269. Y tras ellos un Juanpe
López que, sea cual sea el sistema, se quedaba fuera del podio tras acusar en
el Macario su fatiga del Bidasoa… y quien sabe si ya conocía esa decisión
-justísima y merecidísima- de dar el paso al Polartec-Kometa continental. Una
vez más (y van….) pienso que éste cambio se impone, lo mismo que se aceptó mi
sugerencia de eliminar las metas volantes y la montaña, dos clasificaciones
incongruentes en una serie de pruebas de un día… y que nadie ha echado de
menos.
Por lo demás la final de la
Copa de España tuvo dos importantes ausencias y una agradable presencia. Por un
lado, la de José Luis López Cerrón, el presidente de la RFEC, que no pudo
acercarse a Alcalá de Henares por sus compromisos como miembro del Comité
Directivo de la UCI, en este caso por su asistencia a la Copa del Mundo de BMX…
sin que desgraciadamente acudiera a la ceremonia protocolaria ningún otro miembro de la Directiva de la
RFEC para mostrar su apoyo a esta competición que, no lo olvidemos, es la
segunda en importancia tras los Campeonatos de España, y sobre la que muchos
piensan que falta un apoyo más decidido del máximo organismo ciclista.
Por otro, la de Manolo
Moreno, el presidente de AEOPCES y ‘alma mater’ de la Copa de España, por un
problema personal que le tiene demasiado ocupado, y que esperamos se resuelva
satisfactoriamente. Y finalmente, la presencia de Juan José Gozalo, responsable
de la empresa Ikolan Lanaldi, el patrocinador del maillot de la Copa de España
-gracias a los desvelos precisamente de Moreno-, y que disfrutó en el podio
imponiendo los distintivos a los nuevos campeones.
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